miércoles, 1 de febrero de 2012

El Mandala Moderno


Un mandala moderno es una confesión involuntaria de un particular estado espiritual. En el mandala no hay divinidad alguna, y tampoco se alude a ninguna sumisión a la divinidad o reconciliación con una divinidad. Parece que el lugar de la divinidad hállase ocupado por la totalidad del hombre. (C. G. Jung de “Psicología y Religión”)

Jung dice esto en su libro “Psicología y Religión” editado en 1949, sin embargo a pesar de que ya ha pasado mas de medio siglo, podemos entender claramente a que se refiere cuando expresa la concepción de un “mandala moderno”.
Hay que tener en cuenta que el mandala viene de culturas antiguas en donde en su concepción figuraban divinidades o a una divinidad, sobre todo en su centro, y ejemplo de ellos hay a miles sobre todo en culturas orientales; conocidos son los mandalas tibetanos, o mandalas budistas, aunque también los hay en culturas primitivas y un ejemplo de ello es el calendario Maya, en donde el Sol se destaca en su centro.



Sin embargo con el paso del tiempo (¿nuestra evolución?), y en la búsqueda constante de entender o de salirnos del torrente al que las circunstancias de la vida nos lleva, (muchas veces ajena a nuestras voluntades) el hombre a tratado de “encontrar” el lugar perdido, precarias son las respuestas que dan hoy en día las religiones, y ya las divinidades proliferan mas en “estampitas y postales” que en lugares sagrados.
Tal vez el arte en toda su concepción ha sido lo único constante en la historia del hombre. Sea cual fuere su forma, tal vez como un mandala, nos acerca a lo abstracto, o para ser mas poético, al espíritu del hombre, y así lo inabarcable de nuestra propia alma no nos parece tan lejana y ajena.
Sin embargo, ante la ausencia de “dioses” en el mandala, acometemos una tarea aún mas profunda, peligrosa y monumental, “…Parece que el lugar de la divinidad hallase ocupado por la totalidad del hombre…”. Por supuesto de estas afirmaciones surgirían miles de preguntas y consideraciones, pero vamos a llevarlo al plano que quiero exponer, que es la importancia del mandala como herramienta y respuesta a búsquedas trascendentales, o para no hacerlo tan grandilocuente, simple instrumento para exponernos, redescubrirnos, y llegar a atisbar siquiera el significado de “totalidad”. Para mi entender, algo inabarcable, porque, ya hablando filosófica y pretenciosamente, en la “totalidad” nos limitaríamos, pero dejemos de lado estos temas metafísicos, y tratemos de entender que esa “totalidad” sugiere expresiones, emociones, sentires, conflictos, luces y sombras que nos habitan y que por no “atender”, nos provoca ansiedades, malestares, desidias, y muchas veces, algo tan desagradable como el desconcierto.

Jung también dice: "…Los mándalas están todos basados en la cuadratura del círculo. Su motivo básico es la premonición de un centro de la personalidad, una especie de punto central dentro de la psique, con el que todo está relacionado, mediante el cual todo está ordenado y que es en sí mismo una fuente de energía. La energía del punto central se manifiesta en la compulsión casi irresistible a convertirse en lo que uno es…”

Se podría deducir de esto expuesto, que la monumental tarea de abarcarnos, lo contrario de ser agotador, es en sí una fuente de energía tal vez primordial que nos sustenta, que se retroalimenta a si misma, que nos ordena, y que no es otra cosa que nosotros mismos, ¿hasta donde somos capaces de creer que podemos llegar? Hasta donde nos animemos a experimentar, el mandala sin duda hoy es una moderna, reveladora y mágica manera de experimentar y atisbar esa totalidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario