¿PORQUE HACER MANDALAS?
¿Que nos
mueve a hacer mandalas?
Por
supuesto las respuestas serán tan variadas como personas hay que transitan esta
aventura. Noto a veces que hay mucho respeto con la figura del mandala, muchos
compran libritos para pintarlos, otros para contemplarlos, otros para meditar,
y por supuesto otros por pura decoración ya que como podemos apreciar a simple vista,
están llenos de belleza y envueltos de cierto tipo de misterio.
Sin embargo
en esa distancia está intrínsico el valor simbólico del mandala, si algo nos
inspira cierto respeto, hay una sospecha de que hay algo que no podemos
“abarcar”, y eso, mas allá de lo simbólico, le da un tono de “sacralidad”,
estamos ante algo que nos trasciende.
Ese tono no
está tan ajeno a lo que en realidad significa en profundidad el mandala, y como
vimos en publicaciones anteriores, ya el símbolo circular y su cuadratura, es
arquetípicamente muy importante y mucho hay sobre el tema, traído a occidente y
sumamente estudiado y demostrado por C. Jung en principio y mediados del siglo
pasado.
La otra
pregunta que surge es ¿Dónde nos lleva el crear mandalas?
Y tiene la
misma respuesta que la anterior. Igualmente podemos permitirnos partir de un
punto común, quizás arbitrariamente podemos señalar algunos conceptos que estructuren
el proceso de realizar mandalas, pero igualmente la “Meta”, así con mayúsculas,
es el reencuentro con nuestro Centro, con lo que Jung llamó el Selbst, el “Si
Mismo”. Y salen mas preguntas: ¿Que implica este reencuentro? ¿Que implica
llegar a ese centro? Solo podemos responder a ello una vez transitada la
“circularidad”, esa idea de infinito que tiene el círculo en donde lleno de
subconjuntos vamos recorriendo puntos específicos corriéndonos de lo lineal, si
embargo abasteciéndonos de ello, jugando con líneas, curvas, formas,
geometrías, colores, figuras, y por sobre todas las cosas, encontrando los
contrastes, ordenando algo tan amplio como esa profundidad a la que invita el
circulo, exponiendo y representado las polaridades. Es la cuadratura dentro del
círculo la que nos permite un “abajo y arriba”, un “izquierda derecha”, un
“adelante y atrás”, “luz y oscuridad”, “conciente e inconciente”, y desde ya esto
esta muy bien representado en el símbolo oriental del yin y yang.
Se deduce
de ello que el ejercicio del mandala, mas allá de lo que particularmente
ordenemos, o integremos de manera personal, nos acerca a la totalidad del Ser,
a la integración de aspectos fragmentados de nuestra psique, al ordenamiento de
emociones, al reconocimiento de nuestra propia sombra y también de nuestras
propias luces, y en ese reconocimiento reconocemos el círculo como símbolo de
nuestro propio Ser esencial, ese ser que puesto en su centro está en perfecto
equilibrio con el entorno, con todo lo externo.
Esto
continuará….
Ahora algunas
representaciones de mandalas realizados en el taller…
Mandala de Marina
Mandala de Leyla
Mandala de Anita
Mandala de Anita
Mandala de Leyla
Mandala de Marina