viernes, 1 de junio de 2012


¿PORQUE HACER MANDALAS?


¿Que nos mueve a hacer mandalas?


Por supuesto las respuestas serán tan variadas como personas hay que transitan esta aventura. Noto a veces que hay mucho respeto con la figura del mandala, muchos compran libritos para pintarlos, otros para contemplarlos, otros para meditar, y por supuesto otros por pura decoración ya que como podemos apreciar a simple vista, están llenos de belleza y envueltos de cierto tipo de misterio.
Sin embargo en esa distancia está intrínsico el valor simbólico del mandala, si algo nos inspira cierto respeto, hay una sospecha de que hay algo que no podemos “abarcar”, y eso, mas allá de lo simbólico, le da un tono de “sacralidad”, estamos ante algo que nos trasciende.
Ese tono no está tan ajeno a lo que en realidad significa en profundidad el mandala, y como vimos en publicaciones anteriores, ya el símbolo circular y su cuadratura, es arquetípicamente muy importante y mucho hay sobre el tema, traído a occidente y sumamente estudiado y demostrado por C. Jung en principio y mediados del siglo pasado.


La otra pregunta que surge es ¿Dónde nos lleva el crear mandalas?
Y tiene la misma respuesta que la anterior. Igualmente podemos permitirnos partir de un punto común, quizás arbitrariamente podemos señalar algunos conceptos que estructuren el proceso de realizar mandalas, pero igualmente la “Meta”, así con mayúsculas, es el reencuentro con nuestro Centro, con lo que Jung llamó el Selbst, el “Si Mismo”. Y salen mas preguntas: ¿Que implica este reencuentro? ¿Que implica llegar a ese centro? Solo podemos responder a ello una vez transitada la “circularidad”, esa idea de infinito que tiene el círculo en donde lleno de subconjuntos vamos recorriendo puntos específicos corriéndonos de lo lineal, si embargo abasteciéndonos de ello, jugando con líneas, curvas, formas, geometrías, colores, figuras, y por sobre todas las cosas, encontrando los contrastes, ordenando algo tan amplio como esa profundidad a la que invita el circulo, exponiendo y representado las polaridades. Es la cuadratura dentro del círculo la que nos permite un “abajo y arriba”, un “izquierda derecha”, un “adelante y atrás”, “luz y oscuridad”, “conciente e inconciente”, y desde ya esto esta muy bien representado en el símbolo oriental del yin y yang.
Se deduce de ello que el ejercicio del mandala, mas allá de lo que particularmente ordenemos, o integremos de manera personal, nos acerca a la totalidad del Ser, a la integración de aspectos fragmentados de nuestra psique, al ordenamiento de emociones, al reconocimiento de nuestra propia sombra y también de nuestras propias luces, y en ese reconocimiento reconocemos el círculo como símbolo de nuestro propio Ser esencial, ese ser que puesto en su centro está en perfecto equilibrio con el entorno, con todo lo externo. 

Esto continuará….
Ahora algunas representaciones de mandalas realizados en el taller…

Mandala de Marina

 Mandala de Leyla
Mandala de Anita
Mandala de Anita
 Mandala de Leyla
Mandala de Marina





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